Artículo de Georgine Kengne Djeutane, autora y economista camerunesa con formación en resolución de conflictos, género y derechos humanos. Trabaja con WoMin para mejorar el acceso de las mujeres a los recursos y los medios de subsistencia. En el marco del proyecto «Consentimiento y derecho a decir no», fomenta la capacidad de las mujeres para defender sus propios derechos frente a proyectos mineros que se instalan en sus comunidades sin su consentimiento. Georgine destaca las desastrosas consecuencias para las mujeres de estas destructivas actividades extractivas. Por último, habla del papel de WoMin en el apoyo a iniciativas y luchas que sitúan a las mujeres en el centro de la lucha contra la minería.
Este artículo hace parte del libro «Ecología y Empoderamiento» editado por la red francesa de cooperación descentralizada y solidaridad internacional f3e en su colección desafíos con el apoyo de la Agence française de dévéloppement (AFD). El conjunto del libro se puede descargar aquí.
UNA CONTRIBUCIÓN COLECTIVA EN FAVOR DE LA JUSTICIA SOCIAL Y ECOLÓGICA EN EL SECTOR MINERO DEL ÁFRICA SUBSAHARIANA
Situación actual
El suelo y el subsuelo de África rebosan de recursos naturales: tierra (vastas extensiones de tierra cultivable), agua (grandes ríos) y recursos mineros, entre los que podemos citar los combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) y los minerales (oro, diamantes y otras piedras preciosas). Según la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas (UNECA), África albergaría* más del 50% de las reservas mundiales de platino y el 78% de los diamantes del mundo**, entre otros. En 2009, la Unión Africana adoptó la Visión Minera de África (AMV), uno de cuyos objetivos es promover la minería como medio para estimular el crecimiento económico del continente. Aún hoy, las estrategias de desarrollo e industrialización en África siguen basándose en la extracción de recursos minerales. La presión sobre los recursos naturales de África ha seguido creciendo, impulsada por el pensamiento capitalista, a fin de (tratar de) resolver las crisis energética y climática mundiales que poseen múltiples facetas. Los proyectos extractivistas, así como el acaparamiento de tierras a gran escala para monocultivos comerciales (palmera de aceite, caucho), los biocombustibles, incluso los proyectos de infraestructuras, al igual que la creación de zonas protegidas y reservas, siguen teniendo importantes repercusiones sociales y provocan daños físicos, culturales y medioambientales en las comunidades, el ecosistema y el planeta. Estos impactos incluyen la violencia y los conflictos, la pérdida de los medios de subsistencia de las poblaciones y de su soberanía alimentaria, los problemas de salud, incluidas las enfermedades reproductivas, la pérdida del patrimonio cultural y la negación del derecho a la autodeterminación, por nombrar sólo algunos.
* Decimos «albergaría» porque los recursos minerales de África no están totalmente cartografiados.
** Visión Minera de África, febrero de 2009, Unión Africana.(en francés)
Los costes de estas externalidades para las mujeres
Estas externalidades sociales, económicas y medioambientales* tienen un impacto específico sobre las mujeres debido a la división patriarcal y neocolonial del trabajo y a la exclusión de las mujeres de la toma de decisiones en sus propias comunidades.
Las mujeres soportan la mayor parte de los costes externalizados de los megaproyectos extractivos y de infraestructura. Cuando se les arrebata la tierra, pierden los medios para alimentar a sus familias. Cuando el agua se canaliza lejos de la comunidad o se contamina, las mujeres tienen que caminar más para encontrar fuentes de agua limpia. Cuando se destruyen los bosques, las mujeres carecen de madera para la energía doméstica. Si hay indemnización o compensación, en raras ocasiones se paga al jefe de familia reconocido, que suele ser un hombre. Las mujeres de las comunidades dicen a menudo que los hombres huyen a las ciudades y buscan nuevas esposas o novias tras haber recibido la indemnización. Las mujeres y sus hijas/os quedan abandonadas/os, sin medios de subsistencia.
*Las externalidades sociales también pueden caracterizarse como la transferencia de beneficios económicos, sociales y
medioambientales que deberían volver a manos de las comunidades africanas y, en particular, de las mujeres.
Las empresas mineras ignoran deliberadamente la legislación vigente que protege a las comunidades
Sin embargo, existen ciertas leyes protectoras, en particular los principios del Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) establecidos en 1989 por el Convenio de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes (Convenio 169 de la OIT). Los artículos 6, 7 y 9 de este Convenio estipulan que debe obtenerse el consentimiento antes de desplazar a las comunidades indígenas o tribales o de emprender proyectos de desarrollo en sus tierras*. Desafiando estas leyes, la actual forma hegemónica y capitalista de extraer recursos minerales ha socavado los derechos de los pueblos indígenas y de otras comunidades marginadas, en particular los derechos de las mujeres de estas comunidades, a participar en el desarrollo de sus tierras y ha exacerbado la destrucción medioambiental. Esta acometida se asemeja al imperialismo (en el corazón de la globalización asimétrica), tal como lo define Edward W. Said: «Básicamente, imperialismo significa buscar, instalarse y permanecer en una tierra que no se posee, en un territorio lejano en el que viven otros y que les pertenece. Por todas estas razones, esta perspectiva seduce a algunos, pero para otros suele implicar una desgracia indescriptible»**.
* https://www.ilo.org/dyn/normlex/fr/f?p=1000:12100:0::NO::P12100_INSTRUMENT_ID,P12100_LANG_CODE:312314,es:NO (en inglés)
** Edward W Said, Cultura e Imperialismo, Argel, Edición APIC. (en inglés)
Sin embargo, las comunidades afectadas, incluidas las mujeres, tienen derecho a la autodeterminación
Muchas comunidades desean determinar su propia vía de desarrollo mediante procesos internos y controlar sus medios de subsistencia, recursos y tierras. También quieren ser visibles y que se reconozcan sus derechos a través de todas las formas de participación, ya sean estatales o corporativas. Pero su propia participación comunitaria es primordial, importante, porque sus propias perspectivas y prácticas facilitarán la definición y construcción de alternativas locales como parte de una resistencia más amplia al modelo de desarrollo dominante. La participación de las mujeres es muy importante en este proceso. Llevan mucho tiempo oponiéndose a la minería mediante la resistencia. Se oponen a los valores externos impuestos a la vida de sus pueblos que limitan sus derechos a la tierra, a los medios de subsistencia y al ejercicio de sus derechos sociales, económicos y políticos. Las mujeres de todos los tiempos han resistido a diario, oponiéndose a políticas concretas y construyendo sus propias propuestas y alternativas al modelo de desarrollo dominante.
La invisibilidad de las mujeres mantenida por el sistema patriarcal y el capitalismo
En algunos países africanos, las mujeres que se ven afectadas masivamente por estos proyectos mineros crecientes están cada vez más marginadas y no participan en los procesos de consulta, si los hubiera. Muchas de estas mujeres, aunque se rebelasen o indignasen, no estaban suficientemente preparadas para defender sus derechos. Se enfrentaban a las promesas falsas y reiteradas de las empresas mineras sobre los beneficios que la comunidad o sus hijas/os podrían obtener trabajando en la mina. Al sentirse abandonadas y sin voz, sin saber ya a qué santo encomendarse, muchas se resignaron y otras estuvieron a punto de abandonar la lucha. Sus constantes frustraciones siguen siendo profundas y fuertes porque, a lo largo de la historia de la humanidad, los roles tradicionales de género han definido y limitado a menudo las actividades y oportunidades de las mujeres. Esta discriminación se ve reforzada por múltiples formas de discriminación basadas en su origen racial o étnico, su ascendencia nacional, el color de su piel, su origen social, su discapacidad o su edad. A menudo se excluye a las mujeres de los órganos de toma de decisiones y de los espacios de consulta previo a la puesta en marcha de los proyectos mineros a pesar de que, como decíamos antes, son las primeras en ser testigo del impacto de estos proyectos en su vida/supervivencia.
El informe de LILAK* resume la violencia y las injusticias perpetradas contra las mujeres en el sector extractivo. Los resultados son los siguientes: las actitudes de las empresas no han cambiado, hablan de sus promesas y de los beneficios de la mina, sin hablar del alcance ni de la evaluación objetiva de sus proyectos; y los consentimientos se obtienen a través de líderes indígenas escogidos a dedo. Como las mujeres no siempre son reconocidas como líderes en las comunidades, no se considera necesario que se les informe ni que tengan la oportunidad de participar en ningún tipo de consulta previa al proceso de consentimiento, por lo que sus ideas y valores no se tienen en cuenta en todo el proceso. Las mujeres indígenas o afectadas se ven aún más marginadas al no tener voz en todo el proceso, incluso sus derechos a la información son violados por el gobierno y las empresas mineras, lo que las hace aún más invisibles.
A la luz de lo anterior, conmocionada e impulsada por las diversas formas de opresión y de injusticia que pesan sobre las mujeres, WoMin, una organización ecofeminista panafricana, ha estado librando la batalla desde 2013. La misión de WoMin** es movilizar y crear movimientos de mujeres para desafiar la extracción destructiva a gran escala de los recursos naturales y proponer alternativas que satisfagan las necesidades de la mayoría de las mujeres africanas***. En este sentido, apoyamos a algunas mujeres de comunidades afectadas de África para que se organicen mejor y defiendan sus derechos, apoyamos sus esfuerzos de movilización y resistencia, haciendo oír alto y claro su «NO» a los responsables políticos y a los mineros. A lo largo de los años, hemos consolidado un compromiso constructivo con estas mujeres, apoyando campañas de sensibilización centradas en las mujeres y orientadas al movimiento.
* LILAK (Purple Action for Indigenous women in the Philippines), Mining and violence against rural and indigenous women in the
Philippines, 2013. (en inglés)
** WoMin es una organización ecofeminista con sede en Sudáfrica https://womin.africa. Somos un equipo de activistas, pensadoras/es, profesionales e investigadoras/es de todo el continente. Un equipo de 21 mujeres trabaja en cuatro (4) pilares o temas que abarcan el consentimiento y el derecho a decir no, las alternativas al desarrollo, la violencia contra las mujeres en el sector minero y energético, y la justicia climática. Como parte del proyecto Consentimiento y derecho a decir no, este trabajo se está llevando a cabo con mujeres afectadas por el proyecto minero Bombore en Burkina Faso, el proyecto minero Toliora (Tuléar) en Madagascar, mujeres procesadoras en Bargny, Senegal, y mujeres afectadas por la presa de Souapiti en Guinea Conakry. Véase el sitio web de WoMin.
*** Véase el sitio web de WoMin, https://womin.africa/ (en inglés)
Estrategia de movilización: el poder para las mujeres
Desde 2017, las estrategias y acciones de WoMin han sido las siguientes:
Apoyo organizativo
Es importante señalar que los movimientos con los que trabajamos ya existían en las comunidades. No hemos creado ningún movimiento. Nuestra intervención tuvo lugar en un contexto en el que, aunque estos movimientos existían, tenían dificultades para hacerse oír, las mujeres estaban resignadas y contaban con muy poco apoyo a nivel local o nacional. Ya tenían objetivos que alcanzar: defender su derecho al consentimiento y, para muchas, decir no a esos proyectos destructivos que las hundían en la pobreza extrema. Les brindamos apoyo y, en un primer momento, les ayudamos a que se reconozca su legitimidad para organizarse como movimiento, al igual que la legitimidad de sus reivindicaciones a nivel nacional. En varios países africanos, para poder actuar es necesario contar con la autorización de organización de las autoridades competentes. Gracias a nuestro apoyo, las mujeres que se han organizado en un movimiento han preparado los documentos
necesarios y han seguido los trámites para obtener dichas autorizaciones.
Formación continua
El primer paso consistió en erradicar estereotipos e ideas preconcebidas sobre el papel de la mujer en la sociedad. También tuvimos que trabajar para devolverles la confianza, echando por tierra la información que se les había inculcado, es decir, que no podían hacer nada puesto que el proyecto estaba decidido y que las cosas iban a avanzar según lo previsto por las empresas mineras, y que nunca lograrían su cometido. Para darles motivos para continuar la resistencia, se les dio información sobre los instrumentos jurídicos y no jurídicos relativos a la protección de los derechos de la persona que existen a nivel nacional (en particular, la Constitución y el derecho consuetudinario), pero también a nivel subregional, regional e internacional, a los que las comunidades pueden recurrir para defender sus derechos.
Hemos puesto estos derechos a disposición de dichas mujeres de forma simplificada y las estamos ayudando para que los comprendan mejor y puedan utilizarlos en sus actividades de defensa o presión, de ser necesario.
En lo que respecta a la formación, esto no es todo: invitamos a las militantes de primera línea a que participen en las escuelas políticas feministas que organiza WoMin. El objetivo de estas escuelas es crear un espacio en el que las mujeres puedan hablar libremente de sus problemas, de cómo estos proyectos repercuten en sus vidas, de sus experiencias personales y encontrar soluciones comunes.
También les damos la oportunidad de comprender las causas profundas de sus problemas, principalmente el capitalismo y el patriarcado, y de comprender cómo funcionan. Esta información es necesaria para que, en sus acciones solidarias con otras resistencias de África, puedan construir contrapoderes.
Documentación del impacto de sus proyectos en el medio ambiente y sus medios de subsistencia
Trabajamos con las mujeres para documentar y poner de relieve el impacto de estos proyectos en el medio ambiente, en su salud y en su supervivencia. Al final de esta fase, conocen y comprenden el impacto de las pérdidas que les esperan, tanto en sus familias actuales como en las generaciones futuras. Les damos el tiempo y los recursos para que se informen sobre estos impactos y sobre las tácticas utilizadas por las industrias extractivas para dividir a las comunidades, de modo que puedan protegerse. Una vez dominada la documentación de los impactos, ya sea mediante dibujos visuales o la edición de vídeos cortos, pasamos a la siguiente etapa brindándoles apoyo en grandes campañas de sensibilización de la comunidad, dirigidas a la juventud en general y a los hombres, a las personas mayores, en definitiva, a todos los estratos de la población, para ampliar su base de apoyo.
Visita de intercambio y de solidaridad
Estamos reforzando las visitas de intercambio de solidaridad y de aprendizaje en las que las mujeres de una comunidad visitan otra comunidad comprometida con la resistencia para aprender de su lucha. Las mujeres se forman unas a otras y, como son ellas las poseedoras del conocimiento, estas formaciones y aprendizajes mutuos les brindan la fuerza necesaria para resistir, seguir luchando y hacer oír
su voz, porque saben que no están solas en la lucha. Se crea así un contrapoder femenino cuyo objetivo es amplificar su voz.
También contribuimos al establecimiento de una red de solidaridad, facilitando la creación de plataformas, de redes subregionales, donde las distintas luchas nacionales están conectadas y pueden reunirse para intercambiar ideas, como el Foro Social temático sobre la economía extractiva.
Las redes sociales y las radios comunitarias
Entendimos la importancia de las redes sociales, especialmente con el covid-19, y algunas de las mujeres líderes han recibido formación en el uso de las redes sociales. Ellas toman fotografías que denuncian las constantes repercusiones de los proyectos mineros en sus comunidades y en el medioambiente, y las publican para movilizar a la opinión pública. También editan vídeos cortos y los difunden a través de Facebook, Twitter y YouTube. La formación en el uso de las radios comunitarias también ha sido muy importante, porque estas mujeres, en sus lenguas maternas, informan y sensibilizan para hacerse oír. No necesitan que nadie hable de sus problemas, porque los están viviendo en carne propia, y tienen las herramientas de comunicación necesarias para exponerlos.
El derecho a decir no (Rigth2SayNo)
Como decíamos antes, existen leyes que protegen a las comunidades, pero es lamentable que muy pocos de estos instrumentos respalden el derecho de una comunidad a tomar decisiones sobre la tierra y los recursos naturales que ocupa y utiliza. Para remediar esta carencia, y sabiendo que los procedimientos jurídicos llevan mucho tiempo, hemos unido fuerzas con grupos nacionales de resistencia para lanzar la campaña «El derecho a decir NO», que es un llamamiento de las comunidades en pro del derecho a una vida buena y digna, a la salud y al bienestar, al control de las semillas y al respeto del derecho colectivo a la tierra, a vivir en una relación de interdependencia positiva con la naturaleza, al derecho a no estar sujeto a ninguna forma de violencia y a hacer uso de los servicios públicos y sociales. Es un NO a un sistema económico destructivo que daña a las personas, a la tierra y a la naturaleza para que las poderosas corporaciones puedan beneficiarse*.
Este derecho (Right2SayNo) nace de la resistencia y, por tanto, tiene que ver esencialmente con el PODER y con un desafío a quienes detentan y utilizan el poder de forma destructiva. El decir NO pone en tela de juicio los sistemas de poder y reivindica el derecho de las comunidades a definir sus propios intereses y su propio futuro.
Cuando las comunidades y grupos defienden la naturaleza frente a grandes proyectos que destruyen especies y personas, están defendiendo el derecho de las generaciones futuras a existir.
*Ficha informativa 1: ¿Qué es el derecho a decir NO? https://womin.africa/, (en inglés).
Conclusión
Formadas y equipadas, las mujeres afectadas por los proyectos mineros hablan ante los medios de comunicación, las autoridades mineras y los gobernadores para defender sus derechos y presentar reclamaciones. Utilizan sus conocimientos, su voz y los carteles que ellas mismas diseñaron en campañas de sensibilización o defensa, y participan en reuniones subregionales y regionales con inversores para exponer el impacto del dinero que ellos invierten en sus vidas y en el medio ambiente.
En su resistencia, las mujeres defienden alternativas de desarrollo vivas y esperadas. Esta es la idea clave subyacente al SÍ por el que luchan las mujeres y sus comunidades.
Las ideas de las mujeres y la práctica vivida del «desarrollo», que pone en el centro la sostenibilidad, la dignidad y el bienestar de las personas y del planeta, entran en conflicto con las ideas de desarrollo de las empresas y los gobiernos.
Al valorar los puntos de vista de las mujeres y hacerlas participar en los procesos de toma de decisiones en materia de desarrollo, las mujeres obtienen más poder.
El trabajo que realizan cada día para garantizar el bienestar de sus familias se hace visible y se valora. De este modo, luchan por liberar a las mujeres, las comunidades, las tierras ancestrales y los bosques del poder de las multinacionales, diciendo SÍ a la preservación de la biodiversidad, los ecosistemas, los métodos de producción ancestrales y, sobre todo, a la preservación de los bienes comunes*.
* WoMin hoja informativa 4. ¿Por qué el derecho a decir no es una cuestión de derechos de la mujer? https://womin.africa/ (en inglés)
ENRIQUECIMIENTOS DEL TEXTO :
La verdadera riqueza de una nación reside en su gente, por Diego Escobar
Este artículo, que destaca el papel de las mujeres africanas en la construcción de una nueva perspectiva sobre lo que significa llevar una buena vida y cómo alcanzarla, en este caso desde una perspectiva de género e inclusión social, me resultó de gran interés. Como afirman los Informes sobre Desarrollo Humano desde 1990, «la verdadera riqueza de una nación reside en su gente», y esto es aún más cierto cuando se trata de las acciones y visiones de las mujeres, que sufren los efectos negativos del imperialismo y la globalización asimétrica.
Como dice Pekka Himanen*, «el concepto de dignidad incluye una dimensión de cuidado y empatía. Sin este núcleo emocional, la ética se queda fácilmente en un conjunto de principios abstractos que no se llevan a la práctica. La dignidad es un sentido del valor de uno mismo y de los demás. Desde un punto de vista ético, el cuidado es la dignidad operacionalizada».
Básicamente, este artículo replantea la posición sobre la dignidad humana y el justo disfrute ecológico que necesitan las mujeres africanas, sobre la base de la justicia y la inclusión de sus capacidades y necesidades.
* Himanen, Pekka. Rethinking human development. The cultural link between informational development and human development.
Otro modelo es posible, por Blanca Bayas
Este artículo hace un excelente trabajo al definir el impacto de la división patriarcal del trabajo y las razones por las que las mujeres luchamos por un modelo diferente, tanto a un nivel más macro como dentro de nuestras propias organizaciones. Desde el punto de vista de la economía feminista y ecofeminista más radical, la lucha se dirige a conseguir un modelo reproductivo (con derechos cubiertos y la resiliencia de los bienes comunes), para acabar con el modelo productivo y productivista, cruce de capitalismo, patriarcado y neocolonialismo, que conduce a la mercantilización, la privatización y la concentración de poder en las empresas transnacionales.