Artículo de Manuela Royo Letelier, abogada experta en derecho ambiental y derecho internacional. Doctora en Derecho por la Universidad de Talca (Chile), activista ecofeminista y ambientalista, portavoz nacional del Movimiento para la Defensa del Acceso al Agua, la Tierra y el Medio Ambiente (Modatima) entre 2022-2023. Este artículo hace parte del libro «Ecología y Empoderamiento» editado por la red francesa de cooperación descentralizada y solidaridad internacional F3E en su colección Desafíos y apoyada por la Agence Française de Développement (AFD). El conjunto del libro se puede descargar aquí.
La vida depende del agua.
El agua constituye alrededor del 80% del cuerpo de la mayoría de los organismos vivos, y de ella dependen la inmensa mayoría de los procesos metabólicos que tienen lugar en estos organismos y entre ellos. En los seres humanos, el agua es el principal componente del cuerpo: representa más del 60% de su composición y el 65% de su peso. En los y las recién nacidos y nacidas esta cifra se eleva al 70% u 80%.
Otras formas de vida en la Tierra también necesitan agua para sobrevivir. De hecho, las primeras formas de vida aparecieron en el agua. El agua cubre más del 70% de la superficie del planeta y está presente en océanos, lagos y ríos, así como en el aire y el suelo. Es esencial para regular el clima y la biodiversidad del planeta.
Como elemento esencial de la vida, insustituible para la supervivencia y reproducción de todas las formas de vida, es un derecho humano fundamental, patrimonio común de la humanidad y la naturaleza.
Sin embargo, hoy enfrentamos una grave crisis, en algunos casos irreversible, por el deterioro de las fuentes de agua dulce y en algunos casos, irreversible la crisis de agua, la escasez hídrica y el cambio climático. Esta situación revitaliza y pone en el centro del análisis internacional, la importancia del agua para la vida, que en el caso chileno se ve profundizada por la privatización y la desigualdad en el acceso a este elemento vital.
Las reformas neoliberales implementadas en Chile durante las décadas de 1970 y 1980, significaron en términos económicos y sociales la proyección de una nueva manera de afrontar el desarrollo de la sociedad, dando un giro rotundo hacia el libre mercado 1Garretón, M. (2012). Neoliberalismo corregido y progresismo limitado: los gobiernos de la Concertación en Chile, 1990-2010. Santiago: Editorial ARCIS, la privatización y mercantilización de los derechos sociales, y el saqueo de los bienes comunes naturales.
En Chile existen 1.251 ríos, 15.000 lagos y lagunas y 24.114 glaciares, correspondiente al 80% de la superficie glaciar de los Andes Sur. Sin embargo, la abundancia de fuentes de agua no es sinónimo de disponibilidad y distribución justa de este bien; al contrario, la realidad de Chile en materia hídrica es realmente alarmante, somos el único país en que el agua se encuentra privatizada a nivel constitucional, como un legado de la dictadura que día a día se reedita en el modelo extractivista en el que vivimos.
Es en este contexto que el principal objetivo en la lucha del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y el Medioambiente (Modatima) ha sido denunciar y visibilizar los conflictos por el acceso humano al agua y su protección como elemento vital para la vida.
No es sequía, es saqueo
El movimiento por la defensa del agua surge en la provincia de Petorca, en el año 2010. En este territorio los cerros florecidos de palta o aguacate contrastan con la falta de acceso al agua de las familias y comunidades campesinas, producto del acaparamiento del agua en manos de unos pocos. Este territorio es tristemente célebre por ser una zona de sacrificio ambiental caracterizada por el consumo de miles de litros de agua en piscinas para riego de grandes extensiones de monocultivo de paltas o aguacates, en contraste con la falta de abastecimiento de agua potable y subsistencia para las comunidades y de los ríos, que terminaron por secarse.2Panez, Alexander, Faundez, Rodrigo y Mansilla, Camilo (2017) Politización de la crisis hídrica en Chile: Análisis del conflicto por el agua en la provincia de Petorca, en Agua y Territorio, N°.10, pp. 131-148, julio-diciembre 2017.
Lo que se vive en Petorca no es aislado, el 70% del agua en Chile es consumida por agro exportadores y minería, los cuales no están dispuestos a regular su modelo de negocio a uno que sea justo con las comunidades vecinas ni con el medio ambiente. En la temporada 2019-2020 Chile produjo 168.000 toneladas de palta, de las cuales 28% fue consumida en Chile y 72% fue exportada principalmente a Europa, Estados Unidos, China y Argentina. Sin duda, lo que exportamos es agua.
Actualmente, gran parte de las cuencas del país se encuentran sobreexplotadas, sobre todo en la zona norte y centro. Las cuencas de siete regiones se encuentran sobre otorgadas por la Dirección General de Aguas, lo que quiere decir que se han otorgado más derechos de aprovechamiento de aguas que el agua realmente disponible en los acuíferos. Durante más de diez años, y particularmente en los últimos cinco, la sequía ha causado severas consecuencias en múltiples sectores. Esta ha sido amplificada por el acaparamiento y el inescrupuloso robo de agua desde la caja de los ríos.
En los últimos años, 184 comunas del país viven bajo decreto de escasez hídrica, 400.000 familias son abastecidas de agua por camiones aljibe, y en algunos casos, existen escuelas sin funcionar por no contar con suministro de agua potable. En la actualidad, el 84% de los derechos de agua consuntivos se encuentran en manos de empresas mineras y agroexportadoras, afectando de forma irreversible nuestra soberanía nacional sobre un bien considerado estratégico para la seguridad nacional y que es principalmente un derecho humano fundamental.
El actual modelo privado de propiedad del agua en Chile promueve la concentración en pocas manos. No se reconoce la participación democrática e inclusiva de los distintos actores que habitan en la cuenca, como tampoco gestiones comunitarias y públicas como los comités de agua potable rural, los pueblos indígenas y los municipios que gestionan por décadas la mal llamada “emergencia hídrica”, para abordar el acceso al agua de cientos de miles de familias y su saneamiento.
La permanente declaración de zonas de escasez hídrica ha impedido el resguardo de los caudales ecológicos y propiciado la mantención de los usos de agua que existían en épocas de mayor disponibilidad, fomentando así condiciones estructurales de sobreexplotación y degradación de los ecosistemas3Alvarez-Garreton, C., Boisier, J.P., Blanco, G., Billi, M., Nicolas-Artero, C., Maillet, A., Aldunce, P., Urrutia-Jalabert, R., Zambrano-Bigiarini, M., Guevara, G., Galleguillos, M., Muñoz, A., Christie, D., Marinao, R., & Garreaud, R. (2023). Seguridad Hídrica en Chile: Caracterización y Perspectivas de Futuro. Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2 (ANID/FONDAP/1522A0001).. Al mismo tiempo el modelo chileno de privatización de las aguas solo otorga posibilidades de decisión respecto de las obras hidráulicas y su manejo a través de juntas de canalistas y de vigilancias (organismos conformados por dueños de derechos de aguas), en desmedro de un manejo sostenible y participativo de las cuencas.
Actualmente, y pese a existir una reforma al Código de Aguas de 2021, se sigue manteniendo el mercado de aguas como mecanismo de reasignación privada de este bien, perpetuándose la concentración de derechos de agua por parte de determinados sectores productivos, así como la especulación y exclusión de los sectores productivos menos competitivos y sin fines de lucro. También falta protección de los caudales ecológicos con criterios ecosistémicos, que garanticen la conservación de la biodiversidad y la sustentabilidad de las cuencas, y se desconocen los derechos ancestrales que las comunidades indígenas tienen respecto a las cuencas que tradicionalmente han ocupado y utilizado.
En este escenario, el movimiento por el agua sigue creciendo y hoy adquiere nuevos desafíos, al calor de la lucha por la defensa del agua como un bien común natural e inapropiable, para sostener la vida en un escenario de profunda crisis y desigualdad.
Movimiento por la defensa del agua: experiencias y apuestas
Comprender el agua fuera de la lógica de la propiedad implica aventurarse por caminos que cuestionan consensos construidos por siglos. También supone ampliar la capacidad de hacer comunidad y pensar lo común en torno al agua como un horizonte de sentido para la vida. Finalmente, conlleva construir colectivamente una salida a la crisis climática y a una necesaria desprivatización del agua, y de su reconocimiento como un bien esencial para los ciclos de la naturaleza y la vida humana4Panez, Alexander (2022) El río recuperando su cauce: despojos y resistencias en los conflictos por agua tierra-territorio bajo el neoliberalismo en Chile, Campina Grande/PB: EDUEPB, 2022..⁵
En este camino, Modatima crece y se constituye en todo el país, en los distintos territorios en los que la defensa del agua y de los territorios requiere articulación social y política. Las estrategias son múltiples. A partir de la denuncia sobre el saqueo del agua, comenzamos a recorrer el país explicando cómo funciona el modelo de mercado del agua y sus consecuencias, levantamos debates con organizaciones sociales, ambientalistas en los territorios de las distintas regiones de Chile, visibilizando la importancia de las luchas ecológicas en cada proyecto político transformador.
Dada la caracterización del período y, considerando que el problema del agua y la crisis socio-ecológica es estructural y política, el año 2017 decidimos colectivamente conformar un movimiento de carácter nacional. Durante los primeros años, el desafío estuvo en la visibilización y en la formación. Mediante movilizaciones, escuelas de formación, presencia en espacios de incidencia y múltiples acciones de resistencia en contra del acaparamiento del agua y de los proyectos de inversión que afectan al ciclo del agua en diversas fases de glaciares, humedales, acuíferos y ríos, el movimiento fue creciendo. Paso a paso, hemos logrado tener presencia nacional sumando al movimiento a distintas personas de múltiples territorios, que mediante un trabajo voluntario y autogestionado, aportan de manera situada en la defensa del agua y los territorios.
La historia reciente chilena nos marcó profundamente. Estuvimos en las movilizaciones sociales del 2019, y logramos ser parte del proceso constitucional chileno del 2022. Ahí pudimos presentar propuestas como la desprivatización del agua.5Panez, Alexander (2022) El río recuperando su cauce: despojos y resistencias en los conflictos por agua tierra-territorio bajo el neoliberalismo en Chile, Campina Grande/PB: EDUEPB, 2022.
En el marco del ordenamiento territorial y el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, entre otras propuestas que configuraban una nueva Constitución Ecológica para Chile.
Al mismo tiempo, el movimiento del agua logró que actualmente nuestro ex vocero nacional Rodrigo Mundaca, sea el gobernador de la segunda región más grande del país. El gobierno regional de Valparaíso ha instalado como política regional el apoyo a la gestión territorial e integrada de cuencas, en el marco de una democracia hídrica como proyecto regional, redireccionando la inversión pública hacia el mejoramiento de la infraestructura y equipamiento, especialmente a las organizaciones comunitarias de agua potable rural y redirigiendo los recursos públicos para garantizar el acceso al agua como un derecho humano en la región.
En relación con la gestión comunitaria, hemos participado apoyando las cooperativas de Agua Potable Rural (APRs). Los comités y cooperativas APRs son sistemas que nacen en Chile en los años 60 como iniciativas comunitarias que resuelven el acceso humano al agua en los territorios rurales. Subsisten hasta el día de hoy, respondiendo a la gran demanda de agua en los territorios campesinos, en muchos de los cuales no hay sistemas públicos de agua potable.6Movimiento Regional por la Tierra y el territorio (2020) Estudio de Caso a Familia del Agua: La Unión de Agua Potable Rural en Petorca, p.3, en: https://porlatierra.org/docs/1969ba4a49237aa8c55974bf9ccb52c4.pdf
Mujeres en defensa del agua
La constatación de la existencia de una relación íntima entre la subordinación de las mujeres y la destrucción de la naturaleza, es el punto en común de los ecofeminismos. Su vigencia se plasma en la praxis, una teoría y a la vez un movimiento político y social, que critica los métodos de explotación y el dominio sobre el medio ambiente por parte de un sistema capitalista, el cual deja fuera de sus preocupaciones la vida humana y los límites de la naturaleza.
La superación de los límites ecosistémicos ha significado la imposición de un modelo de vida que socava las bases materiales que sostienen la vida, en una dinámica de destrucción y sometimiento que afecta principalmente a mujeres, lo que se demuestra claramente en los efectos que tiene el cambio climático en la naturaleza y en la vida de quienes la habitan.
En este camino de lucha, las mujeres han cumplido un rol fundamental, principalmente en la construcción de un discurso colectivo y de una práctica que ha permitido cuestionar las lógicas imperantes y construir un programa que permita consagrar el agua como un bien común y como un derecho humano. La integración del feminismo a la organización ambiental ha permitido reconocer que la misma opresión que venimos viviendo como mujeres, viene también avasallando con los territorios. ¡Aguas libres, cuerpas libres!
La experiencia de las mujeres Modatima de Petorca nos permitió comprender cómo la desnaturalización progresiva del ciclo hidrosocial genera daño, pero también resistencia y organización. El espacio de mujeres llamado Mujeres Modatima logró la visibilización de la situación de las mujeres defensoras ambientales y la permanente amenaza a sus vidas.
En las elecciones constituyentes del 2022, fueron electas 4 mujeres de la organización, y durante este proceso se realizaron acciones de visibilización del ecofeminismo como parte de la primera línea en las luchas sociales contra el extractivismo. En palabras de Carolina Vilches, vocera del movimiento: “El cuerpo, nuestro primer territorio ha sido descuidado socialmente, cosificado y con nulo resguardo de políticas públicas en nuestro país y gran parte del continente, cuyas brechas palpamos a diario en la ruralidad y en las mujeres más excluidas. Desde la vereda del Eco Feminismo sostenemos que las realidades de los lugares que habitamos reflejan que el patriarcado hace a nuestros cuerpos lo que la economía extractivista a nuestros territorios. En Petorca no hay agua hace más de una década, la comida y el agua son necesidades fundamentales y sin agua no tendremos alimento, por eso resistimos en comunidad, demostrando que el cooperativismo es el camino para resolver las problemáticas colectivas, así hemos logrado abastecer hogares con mujeres que aún habitan la saqueada Petorca porque, sin agua no hay alimento y sin alimento no hay feminismo.” 7Vilches, Carolina (2022) Boletín Ecofeminista, 8 de marzo del 2022
Este proceso de crecimiento y politización se relaciona con el reconocimiento de otras miradas sobre la comprensión del agua. Ellas critican la racionalidad instrumental que hegemoniza las formas actuales de apropiación de este elemento esencial, en el marco de procesos de acumulación por desposesión que se experimentan en Chile y a nivel global. Como mujeres, nos vemos expuestas pero también llamadas a actuar:
“Resistir contra el avance extractivista no es una opción, es nuestro deber. Como mujeres organizadas y responsables, asumimos que no es posible quedarse mirando mientras desaparecemos. Cambiar el rumbo es nuestro deber con la tierra, con el agua, con nuestra propia existencia, es un llamado a amarnos más a nosotras mismas, porque sin agua simplemente se seca todo, se seca la huerta, se seca la garganta, la piel, se estanca la vida… Sin agua perdemos la vida.” 8Royo, Manuela (2022) Boletín Ecofeminista, 8 de marzo del 2022
Hasta recuperar el agua para las comunidades y los territorios
Los caminos de la lucha por la recuperación del agua son complejos y extremadamente difíciles. Pero, mientras el agua, un derecho humano y un elemento esencial en los ciclos de la naturaleza se encuentre privatizada, las múltiples estrategias por la recuperación del agua seguirán siendo parte del programa del movimiento por el agua y de quienes abrazan las luchas por la defensa de la vida digna, con la convicción que a través de la coordinación de múltiples estrategias de recuperación del agua podemos restaurar, rehabilitar, conservar y preservar los ecosistemas naturales y culturales.
Como movimiento creemos en la recuperación y fortalecimiento de la gestión comunitaria del agua, en la defensa de la naturaleza y de los bienes comunes naturales, y en el derecho al acceso a la tierra y la protección de la naturaleza. Creemos en la construcción de un tejido social militante, articulado en distintos territorios, que permita ser parte activa en conflictos socioambientales y concretar acciones con las comunidades para incidir en las transformaciones institucionales para el cumplimiento de nuestras demandas colectivas.
Los movimientos sociales nos encontramos en permanente disputa e impugnación contra las brechas que genera el capitalismo y los gobiernos que se han alejado de los pueblos. Pero, además, proponemos alternativas, soluciones y modelos nuevos de organización y de gestión comunitaria de la economía, la política y su relación con el medio ambiente.
Sabemos que los discursos fascistas pueden tener un éxito relativo en la actualidad, pero nos enfocamos en ganar en los discursos estratégicos de largo plazo, para recuperar la capacidad de imponer una agenda de los movimientos sociales y políticos alternativos, y no dejar de impugnar la institucionalidad cuando se asumen cargos de representación popular. Aquí está la clave para mejorar la calidad de nuestras democracias y asegurar nuestros derechos, construyendo desde la trinchera de la defensa del agua, como la defensa de la vida justa, digna y en equilibrio con la naturaleza.
El movimiento del agua seguirá: porque creemos en la ética universal del agua como una necesidad ecológica, en oposición a la cultura corporativa de la privatización, la avaricia y el acaparamiento. El agua es de todos y de todas, es un mínimo de dignidad: porque sin agua se nos secan los ojos, la garganta, la tierra, se nos va la vida. Somos cauce en rebeldía, y seguiremos luchando hasta que la última gota de agua robada sea recuperada.