Síntesis del Encuentro abierto de la Escuela Municipalista de Outono (EMO). A Coruña, 16-17 de noviembre 2018.
Presenta: Celtia Traviesas (Asociación M)
Participantes: José Mejías (Ganemos Jeréz) Sabela Pérez (Marea Atlántica), Enric Bárcena (Barcelona en Comú), Martiño Xosé Vázquez (Ourense en Común), Laura Arroyo (Reacciona Talaveruela).
Introducción
Transcurridos ya casi cuatro años desde el asalto institucional de la primavera de 2015, y una vez contrastada la hipótesis municipalista con el ejercicio del poder y de las labores de oposición en varios ayuntamientos del Estado, es hora de analizar las luces y las sombras de este ciclo, así como de evaluar el estado de la herramienta municipalista de cara a nuevos retos. Con el fin de realizar una lectura en común de este momento político, desde la Asociación M planteamos la mesa de apertura de la Escola Municipalista de Outono de A Coruña como un momento y un espacio para el diálogo entre diferentes plataformas de todo el Estado, algunas de ellas que ocupan posiciones de gobierno y otras de oposición, algunas de grandes urbes y otras de pequeñas localidades rurales. Contamos para ello con la presencia de José Mejías (Ganemos Jerez), Laura Arroyo (Reacciona Talaveruela), Enric Bárcena (Barcelona en Comú), Sabela Pérez (Marea Atlántica), Martiño Xosé Vázquez (Ourense en Común) y con la moderación de Celtia Traviesas (Asociación M).
Ciclo municipalista institucional 2015-2018
Comprendiendo la EMO como un vector de continuidad con respecto a otros foros y encuentros municipalistas, y con el fin de retomar algunos de los debates allí donde otros compañeros los dejaron antes, para esta mesa partimos de las conclusiones resultantes de la Escuela Municipalista de Verano La Común, celebrada en Jerez de la Frontera entre los días 14 y 16 de septiembre. Tras dar lectura a estas conclusiones [1] se pusieron sobre las mesa algunas preguntar sobre el ciclo 2015-2019 para ser respondidas desde una perspectiva local: ¿Cuáles han sido los grandes logros en cuanto a políticas públicas? ¿Qué límites hemos encontrado en nuestro intento de democratizar las instituciones públicas? ¿Qué prácticas organizativas nos permitieron aguantar el envite de los poderes fácticos durante estos años? o ¿Cuáles son los retos de cara al nuevo ciclo?
Toda la complejidad y disparidad de contextos territoriales y situaciones institucionales fue puesta en evidencia en las diferentes intervenciones. Entre las candidaturas que lograron “completar” el asalto institucional y gobernar los ayuntamientos de sus localidades, se reivindican algunos logros notables en políticas de movilidad, vivienda y energía, en la descentralización administrativa y la devolución de protagonismo a los barrios, así como en haber logrado dibujar horizontes de ilusión que apuntan hacia una ciudad habitable, cooperativa, ecológica y democrática hacia la que avanzar, rompiendo con los viejos moldes y las formas monocromas de la ciudad-marca capitalista. Con todo, la tónica general es de haber topado con ciertos límites en la estructura institucional –comenzando por sus tiempos burocráticos, que tan poco tienen que ver con la vida, y con su inercia, que en ocasiones nos arrastra a la pura gestión impidiendo dedicar esfuerzos a su transformación– así como haber detectado núcleos de poder en esferas diferentes a la institucional y que en muchas ocasiones operan en contra de los principios municipalistas (constructoras, medios de comunicación, lobbyes, etc.), configurando verdaderos polos de oposición a los ayuntamientos del cambio. En cuanto a la relación con el afuera institucional, se resaltó la importancia de establecer una coloboración conflictiva con los movimientos sociales, con cuya colaboración y bajo la presión de sus demandas se han logrado algunos de los grandes avances en políticas públicas.
Por su parte, desde las plataformas que están en la oposición se remarcó su capacidad de traccionar a otros grupos municipales en la aprobación de mociones que de otro modo jamás se habrían llevado a la institución, logrando actuar en ocasiones como la pata institucional de los MM.SS, o como puente entre ambos mundos. Tanto en las plataformas que han alcanzado el gobierno municipal, como en las que permanecen en la oposición, hay acuerdo sobre la necesidad de recuperar la alegría de mayo de 2015 y de poner los cuidados en primera línea organizativa.
Uno de los primeros retos que tenemos es el de no vaciar el municipalismo de municipalistas.
Las dinámicas en las que estamos son muy exigentes a nivel de trabajo y conciliación, pues como bien sintetizaron los compañeros de Jerez:
«Un pie en la calle, un pie en las instituciones ¿y en la casa cuando?».
Los círculos de participación han de ser permeables y deben generar procesos de retroalimentación para permitir su reproducción y que nadie sea imprescincible. Por último, desde Talaveruela se señaló la necesidad de marcar como una de las tareas fundamentales del municipalismo la rearticulación de lo rural y lo urbano, desde los discursos y, sobre todo, desde las prácticas. Una rearticulación necesaria que desde una perspectiva urbana engarza con objetivos fundamentales del municipalismo como la sostenibilidad ambiental y la soberanía alimentaria, y desde la perspectiva rural pasa por una necesaria redistribución de recursos, hoy en día acumulados en los contextos urbanos.
Horizonte 2019
El panorama político estatal y mundial ha mudado severamente desde la primavera de 2015 de un modo que, en general, es poco esperanzador: el auge de los neofascismos; la deriva derechista de los partidos del Régimen; la corrupción judicial; la pérdida de derechos individuales y colectivos; la restauración de la censura; el acoso mediático y judicial a los gobiernos del cambio, pero también con algunas luces: la muestra de fuerza del movimiento feminista el 8M, la movilización y triunfo de los pensionistas y la desconexión de una gran parte de la sociedad española respecto a la monarquía, entre otras. Ante este panorama parece pertinente preguntarse si la hipótesis municipalista sigue vigente, así como si la herramienta aun nos sirve para afrontar el nuevo ciclo. En este sentido existe unanimidad acerca de la vigencia del municipalismo, no solo como herramienta de transformación y democratización de los ayuntamientos, sino también como único agente de la política institucional capaz de frenar el auge de la ultraderecha y de combatir la penetración de los discursos del odio en la esfera pública, poniendo la escala local y la cercanía en el centro de la acción política. En 2019 lo que se discute no son solo las alcaldías, hay otras cuestiones que nos atraviesan geográficamente. Las elecciones tendrán un impacto internacional, lo que pase marcará un ciclo, abriremos o cerramos ventanas. Es crucial que la única ventana que cerremos sea la del fascismo y la extrema derecha. Pero el nuevo ciclo entraña también algunos retos ¿Cómo reforzarnos a la vez que nos abrimos?
Redes
El municipalismo no es localismo, sino que contiene en su código fuente la generación de alianzas y la solidaridad más allá del ámbito municipal. Desde la llegada a las instituciones, las plataformas y colectivos municipalistas comenzamos a tejer diferentes redes con las que darnos apoyo en las batallas locales: Las Ciudades del Cambio, las Mareas en Común, la Red Municipalista contra la Deuda Ilegítima y los Recortes, y Fearless Cities son algunos ejemplos. En los últimos meses se están dando nuevas iniciativas como el Mapa Municipalista, el Atlas del Cambio, Hai Mareas! o la Confderación Municipalista, que tratan de dotar a la red de una mayor estabilidad. La coordinación entre estas redes en un horizonte común es otro de los temas que abordamos en esta mesa. En este sentido se apeló a la necesidad de recordar los viejos principios cooperativos como fundamento para una colaboración que respete las distintas necesidades y tiempos de los múltiples agentes. La red es la forma organizativa por antonomasia del municipalismo, pues se construye a través de nodos y por tanto desde la horizontalidad. Las redes nos permiten aprender de las experiencias de los otros, replicar las fórmulas que han funcionado y evitar las fracasadas. Estas redes son múltiples: redes bioregionales que gestionan el territorio, redes internacionales, redes de aprendizaje… Pero para articularlas es necesario dotarlas de recursos, pues no podemos sostener redes si no hay activistas para ello.
[1] Conclusiones de La Común:
- El diálogo entre institución, candidaturas y movimientos sociales y municipalistas tiene que mantenerse de manera honesta, asumiendo contradicciones-conflictos en sentido procesual y respentando también construyendo la autonomía.
2. Los límites de la institución son reales, también es real que en distintos ayuntamientos se da con distintas intensidades. No obstante se han dado y ganado batallas significativas (agua, energía, vivienda, clausulas sociales, urbanismo, movilidad).
3. El feminismo tiene que atravesarnos, la institución tiene que ser feminista. A nivel de acción se trata de acompañar la agenda feminista, evitando la apropiación de su discurso por parte de hombres e instituciones que después no van más allá de «pintar con violeta». Los cuidados de la organización nos corresponde a todas, no solo a las mujeres. Es necesaria una formación profunda en política feminista, violencia de género y educación.
4. Los cuidados son imprescindibles, pues los cuerpos son finitos, y esto tiene que estar muy presente en el adentro de las candidaturas y las instituciones. En este terreno estamos sufriendo y hay que recomponerse. No podemos perder la perspectiva.
5. La defensa de los servicios públicos y las remunicipalizaciones han devenido en un proceso muy complejo. Hay que establecer un trabajo continuo en el establecimiento de clausulas sociales, la gestión de servicios por parte de empresas públicas, o la internalización directa de servicios. Dos elementos clave para este fin son: Hacerlo con diálogo y de la mano de trabajadoras y plantillas, y poner en marcha procesos y estructuras de participación ciudadana en la gestión, estableciendo la máxima transparencia. Esta labor requerirá años y adaptaciones a distintas realidades locales.
6. La financiarización del acceso a la vivienda, el tratamiento del espacio público como mercancía, la popularización del turismo y los fenómenos de “economía colaborativa” online chocan con el derecho a la vivienda y el espacio público, con lo que las ciudades, principalmente capitales «turísticas», se convierten en precarias, hostiles e inhabitables para su vecindad cotidiana. Estamos viviendo una nueva burbuja inmobiliaria, ahora vinculada al alquiler. Tenemos el reto de desmontar el discurso de la bondad del turismo, pasar de la reacción/resitencia a la iniciativa por el derecho a la ciudad y la vivienda, el derecho al arraigo de la vecindad. Evitar el peligro de que el malestar generado frente al turismo masivo, derive en propuestas y demandas de tipo represivo y recorte de libertades (normativas cívicas, mayor presencia y control policial, limitaciones de uso de espacio público…)