¿Cómo han respondido las ciudades municipalistas a la pandemia? ¿Son las respuestas institucionales más eficaces que las respuestas espontáneas y solidarias de las organizaciones de base? ¿Cómo las iniciativas municipalistas garantizan la seguridad de los habitantes?
Federico Alagna es un investigador y activista que actualmente reside en Italia. Su investigación se centra en las políticas de migración en Europa, y participa activamente en varios movimientos y programas enfocados en el municipalismo y el derecho a la ciudad en Italia -en particular en la ciudad siciliana de Messina-, así como en toda Europa. Colabora con Minim, un observatorio municipalista que recibe contribuciones de activistas y otras personas de toda Europa y del resto del mundo. También es socio del Nijmegen Centre for Border Research.
Hace poco escribió un informe denominado “In the city, at the border: movement and grassroots initiatives during the pandemic”(«En la ciudad, en la frontera: movimiento e iniciativas de base durante la pandemia»). Este informe explora las respuestas propuestas tanto por las organizaciones municipalistas gobernantes como por las organizaciones no elegidas, en particular respecto al delicado tema de la situación de los migrantes.
Commonspolis le propuso a Federico en esta entrevista, cruzar su experiencia como activista municipalista con su perspectiva como investigador especializado en migración para brindarnos una síntesis de las propuestas y análisis de las respuestas municipalistas durante el covid — Un ejercicio nada sencillo al que Federico accedió bondadosamente, con el fin de abrir nuevas pistas de reflexión y alimentar el necesario debate sobre las acciones que las ciudades y organizaciones están llevando a cabo hoy en día.
¿Puede decirnos cómo tomó forma este informe «En la ciudad, en la frontera: movimiento e iniciativas de base durante la pandemia»?
Federico Alagna: En el marco de mi colaboración con Minim, me encargaron la preparación de un informe sobre el municipalismo y las consecuencias de la pandemia del COVID-19 en el municipalismo. Mi enfoque ha considerado los componentes específicos de estas consecuencias que implicaban a las personas que trabajaban con o activas en programas y movimientos de base, y la forma en que trataban de responder de alguna manera a la crisis actual, no sólo en los marcos municipalistas, sino también en contextos más amplios relacionados con las políticas de migración, la situación en las fronteras y muchos otros aspectos que podemos abordar más adelante.
Esta investigación representa sólo un análisis preliminar, así que de momento puede que no sea tan exhaustiva como podría ser. Sin embargo, partiendo de una comprensión muy general de la situación de la pandemia, pero también de la forma en que la crisis afecta al activismo político, la idea era presentar al menos dos amplios niveles de discusión. Uno es el nivel nacional e internacional, donde se elaboran y aprueban las grandes políticas y donde realmente tiene lugar la mayor parte del debate. Este es un nivel muy importante porque es donde se toman las decisiones, pero al mismo tiempo es intangible – no es realmente accesible desde el punto de vista de la vida cotidiana.
«La seguridad es un tema muy importante que abordar. Descuidar la discusión sobre la seguridad es uno de los mayores errores de los movimientos de izquierda y municipalistas, porque este descuido permite que la seguridad caiga en manos de los movimientos de derecha. El problema de la seguridad no desaparece cuando elegimos no hablar de ello. En cambio, se desplaza a otros grupos cuya perspectiva social es diametralmente opuesta a la nuestra.»
Luego está el nivel local, que es el nivel de las necesidades diarias, de lo que haces para ganarte la vida, para salir a la calle. No creo que sea una coincidencia que la mayoría de las respuestas que hemos visto a esta crisis, así como otras, tengan lugar a este nivel local. Las crisis están enraizadas en este nivel local, no pueden ser sacadas de su contexto, y están muy basadas en lo que sucede en la vida cotidiana. Por lo tanto, pensé que un enfoque que pusiera de relieve específicamente las dimensiones conectadas a la vida cotidiana podrían revelar pautas interesantes.
El examen de la dimensión de la ciudad era esencial porque la ciudad es un escenario político privilegiado en el marco del municipalismo. La idea de combinarlo con otra dimensión, la dimensión de las fronteras, surgió de mi propia experiencia y conocimientos respecto a políticas de migración, al darme cuenta de que hay muchos ejemplos en todo el mundo de cómo las fronteras pueden convertirse en un lugar donde se hacen visibles las luchas y los intentos de resistencia a determinadas políticas, así como la promoción de otros tipos de políticas. Así que intenté examinar estas dos dimensiones separadas pero conectadas a la vez para averiguar lo que pueden decirnos no sólo sobre cómo se aplican ciertas políticas, sino también sobre cómo los activistas proponen y promueven alternativas.
¿Cómo ve el concepto de seguridad en un marco municipalista?
Federico Alagna: La seguridad es un tema muy importante que abordar. Descuidar la discusión sobre la seguridad es uno de los mayores errores de los movimientos de izquierda y municipalistas, porque este descuido permite que la seguridad caiga en manos de los movimientos de derecha. El problema de la seguridad no desaparece cuando elegimos no hablar de ello. En cambio, se desplaza a otros grupos cuya perspectiva social es diametralmente opuesta a la nuestra. Esto es un error, ya que el resultado final es un fracaso para abordar el problema. Por ejemplo, imagina aparecer en una típica reunión de un movimiento de izquierda y sacar el tema de la seguridad. La respuesta probable sería una incomodidad, al no querer abordar el tema. Sin embargo, es un tema importante que hay que abordar.
Desde una perspectiva municipalista, he visto a menudo una petición para más seguridad en diferentes ciudades, en diferentes partes del mundo. Y el problema debe ser visto como algo completamente diferente de la militarización de las calles, un aumento de la presencia policial, o la creación de un ambiente de sospecha mutua. Lo digo como resultado de mi experiencia directa en la gobernanza de una ciudad siciliana. Claro que pueden existir problemas de seguridad en ciertos barrios de ciertas ciudades, pero un enfoque represivo y que criminaliza -que es lo que vemos de los movimientos y partidos de derecha, así como de centro-izquierda- es reductivo y simplista, y en realidad no resuelve el problema. Puede generar una satisfacción a corto plazo, pero a largo plazo sólo alimenta más inseguridad.
¿Cómo enfrentamos esto? Una forma de responder a la inseguridad implica espacios de vecindario que son atendidos colectivamente por la comunidad. Por ejemplo, recuerdo el caso de una plaza en un barrio de una ciudad en Sicilia. La gente no se sentía segura en esta plaza. La respuesta giró en torno a la idea de volver a empezar desde la perspectiva de los comunes, de cuidar un espacio determinado, de ver ese espacio como una posesión de la comunidad en su conjunto. Este es un proceso de confianza mutua, de construir relaciones entre las personas que viven en una comunidad, así como entre esas personas y los espacios físicos de su comunidad. Ahora, no sé si este es un enfoque específicamente municipalista, pero ciertamente puede ser aplicado a un contexto municipalista. Requiere mucho tiempo y energía, pero aborda realmente el problema de la seguridad en nuestros barrios en lugar de pretender que el problema no existe.
¿Ha podido observar algún enfoque municipalista de la seguridad en el contexto de COVID-19?
Federico Alagna: Hay al menos dos formas diferentes en que el municipalismo ha proporcionado respuestas interesantes y eficaces a las necesidades de la gente durante la pandemia. Un aspecto está relacionado con la propia política del municipalismo, que se cruza fuertemente con la política de los cuidados, con la acción comunitaria, con la idea de la sinergia entre los actores no institucionales e institucionales. Creo que lo que hemos visto en muchos lugares de Europa y el mundo es exactamente eso. Las respuestas comunitarias que superaron ampliamente los límites de los marcos institucionales aplicables permitieron hacer frente a la pandemia de manera muy productiva y eficaz.
«Nada de esta pandemia, desde un punto de vista negativo o positivo, es nuevo. Sólo ha hecho más visibles los problemas estructurales antiguos. El hecho de que la UE y los gobiernos nacionales den la espalda a lo que sucede en el Mediterráneo no es nuevo. El hecho de que haya actores humanitarios, políticos y ONG trabajando en el Mediterráneo para intentar salvar vidas no es nuevo. Pero a lo largo de la pandemia ha sido muy llamativo ver, a pesar de la situación extrema que vive Europa, la toma de conciencia de esta necesidad y este esfuerzo.»
El segundo aspecto es la idea de pensar a escala muy local, la percepción de que hay situaciones que no pueden abordarse simplemente con decisiones políticas convencionales, sino que requieren respuestas enraizadas en la comunidad. Estos dos aspectos se han combinado para proporcionar instrumentos interesantes para los agentes municipalistas, pero también -y tal vez sea éste el punto más pertinente si lo queremos ver desde una perspectiva más amplia- para los agentes no municipalistas, que pudieron utilizar algunos de los recursos normalmente utilizados por los municipalistas, pero fuera de sus contextos tradicionales. Una vez más, diría que estas respuestas probablemente adoptaron una perspectiva más a largo plazo comparando con otras respuestas, como simplemente dar un bono a las personas necesitadas. Si bien esas respuestas rápidas pueden ser de crucial importancia, también deben ir acompañadas por otras respuestas que se adapten a comunidades específicas, y que sean diseñadas y gestionadas por las mismas personas que viven en esas comunidades, con lo que se obtiene un enfoque mucho más eficaz y estructural.
¿Cuáles son algunos de los principales desafíos y tensiones en relación a las respuestas al COVID-19?
Federico Alagna: En términos de desafíos, diría que hay diferentes grados o tipos de desafíos. Un desafío, cuando se aborda el municipalismo desde una perspectiva italiana y desde lo que vemos en los movimientos municipalistas en Italia, es el de ampliar las prácticas exitosas a largo plazo.
De mis propias observaciones y discusiones, así como de mis lecturas de artículos, investigaciones, informes, etc., puedo ver claramente que hay algunas prácticas muy interesantes que están ocurriendo a nivel local. Ahora bien, no estoy diciendo que debemos replicar estas prácticas en todas partes, porque no creo que haya pautas universales que deban aplicarse en todas las situaciones. Sin embargo, sí creo que hay ejemplos exitosos que podrían ser ampliados y considerados como mejores prácticas.
Sin embargo, la idea misma de mejores prácticas es un desafío, porque estudiar las mejores prácticas sólo lleva hasta cierto punto, si no se saca lecciones concretas de esas prácticas en cuanto a cómo sus aspectos fundamentales pueden ser replicados en otros lugares si se desea. Así que el esfuerzo de ampliación puede aplicarse a muchos aspectos interesantes de los programas municipalistas, pero lo encuentro particularmente relevante en el caso de la pandemia.
Otros desafíos importantes para los esfuerzos municipalistas durante la pandemia tuvieron que ver principalmente con las contradicciones y deficiencias de la relación con las autoridades locales. Esto es algo que surgió claramente durante las iniciativas municipalistas en el Reino Unido, donde se ha señalado que los enfoques de estos movimientos tuvieron tanto éxito que las instituciones existentes terminaron externalizándoles respuestas a la pandemia. No se trata de un hecho positivo, ya que se trata de replantear realmente las relaciones entre las instituciones existentes y los movimientos municipalistas, y no sólo reducir esas relaciones para que encajen en un marco de externalización.
Un punto en común sobre los desafíos es que la mayoría de ellos no son exclusivos de la pandemia. También soy un poco escéptico acerca de la retórica sobre la singularidad de la pandemia, porque, aunque la pandemia es terrible en términos de vidas humanas, también ha planteado muchos desafíos que son partes estructurales de nuestras sociedades y los ha hecho más visibles y dramáticos. Estos desafíos no desaparecerán después de la pandemia. Simplemente son más visibles ahora, pero siempre han existido, y si no los abordamos, seguirán existiendo después de la pandemia.
En su informe, usted explica que se pueden encontrar iniciativas de ciudades en todo el mundo, y que estas iniciativas de base funcionan como redes de un modo que combina las tres «R» de resiliencia, reelaboración y resistencia. ¿Puede explicar lo que significan estas tres «R» y dar algunos ejemplos concretos de sus aplicaciones?
Federico Alagna: Creo que la más importante de estas tres «R» es la resiliencia. Normalmente no me gusta hablar de resiliencia, porque creo que es un concepto usado en exceso y mal utilizado en nuestros debates. Todo se trata de resiliencia ahora. Si abres un periódico, por ejemplo, la palabra está en todas partes. Sin embargo, cuando se combina la resiliencia con la reelaboración y la resistencia, creo que el enfoque resultante es mucho más interesante porque la noción de resiliencia entonces alcanza una mayor especificidad.
La resiliencia es un concepto muy escurridizo, porque en cierto punto puede volverse conservador, lo que es contrario a la promoción del cambio sociopolítico. Sin embargo, si se combina con las nociones de reelaboración y resistencia y se aplica a los desafíos particulares de ciertas situaciones, el resultado es una idea más completa y profunda del tipo de respuesta que buscamos. Esto nos da la capacidad de reelaborar, reorganizar y repensar las herramientas, los objetivos, las necesidades y las prioridades de nuestras sociedades, nuestros movimientos y los lugares y espacios políticos en los que vivimos. También nos da la capacidad no sólo de promover el cambio, sino también de reaccionar ante los desafíos que surgen durante el proceso de cambio, especialmente los desafíos relacionados al estado de excepción.
«Es necesario que podamos desarrollar una idea del municipalismo que no sólo pueda resistir, sino que exista ante la falta de instituciones amigas a nivel local. De lo contrario, corremos el riesgo de ser municipalistas sólo cuando ganemos las elecciones, lo cual es improductivo. […] Todo esto significa simplemente que debemos asegurarnos de que el enfoque municipalista también pueda existir más allá de una elección o del actual gobierno de una ciudad. Es una de las perspectivas más importantes que podamos tener.»
El estado de excepción es uno de los mayores temores que tenemos colectivamente como sociedades, especialmente en Europa, ya que aplica muchas restricciones a la libertad que pueden ser aceptadas en un momento dado de crisis, pero cuyo impacto a largo plazo es desconocido. Esto es algo a lo que debemos resistir de manera inteligente. Por ejemplo, a nivel personal, no siento que sea una restricción a mi libertad si me dicen que me quede en casa durante cierto tiempo, porque es algo que puedo soportar dado que tengo el privilegio de tener un hogar y de tener un trabajo que puedo hacer desde casa. Pero siempre debemos ser muy conscientes de que los impactos que ciertas medidas a corto plazo tienen en nuestras propias vidas pueden ser insignificantes en comparación con los impactos que esas mismas medidas tienen en la vida de otras personas. Se trata de una disparidad estructural, por lo que debemos resistir a los enfoques simplistas de respuestas a crisis y, en cambio, encontrar argumentos políticos para contrarrestarlos, mientras reconocemos y exploramos políticamente las complejidades muy reales de las respuestas a crisis.
Además, debemos reconocer el carácter más sutil y problemático de las medidas de control social a largo plazo que puede surgir del estado de excepción, porque no puede ser tolerado.
¿Puede dar algún ejemplo de iniciativas de base que le resulte particularmente inspirador, interesante o que merece mayor reconocimiento?
Federico Alagna: Hemos estado hablando mucho sobre las ciudades, pero estaba pensando en algo más relacionado con lo que sucede en las fronteras, que también son muy significativas. En los últimos dos años, los mares se han convertido en una especie de campo de batalla, con la sociedad civil por un lado y la UE y los gobiernos nacionales por el otro. Las ONG y otros actores políticos/humanitarios están tratando de salvar vidas en el mar. Dentro de esta larga lucha y resistencia de los actores cívicos y políticos, la pandemia ha sido particularmente relevante en la medida en que ha sido utilizada como excusa para controles fronterizos y cierres mucho más estrictos. Por ejemplo, en abril del 2020, Italia y Malta declararon que ya no podían ofrecer un puerto seguro porque estaban haciendo frente a la pandemia. Bueno, el mundo entero estaba lidiando con la pandemia. Los esfuerzos de los agentes humanitarios por volver a salir al mar, reorganizarse e incluso aumentar sus esfuerzos en el Mediterráneo fue una respuesta directa que realmente salvó vidas, lo cual creo que es el verdadero punto.
Esto nos lleva de vuelta a lo que mencioné antes: no nos enfrentamos a nada nuevo. Nada de esta pandemia, desde un punto de vista negativo o positivo, es nuevo. Sólo ha hecho más visibles los problemas estructurales antiguos. El hecho de que la UE y los gobiernos nacionales den la espalda a lo que sucede en el Mediterráneo no es nuevo. El hecho de que haya actores humanitarios, políticos y ONG trabajando en el Mediterráneo para intentar salvar vidas no es nuevo. Pero a lo largo de la pandemia ha sido muy llamativo ver, a pesar de la situación extrema que vive Europa, la toma de conciencia de esta necesidad y este esfuerzo.
«A lo largo de la pandemia hemos visto cómo las respuestas solidarias y las llamadas respuestas cívicas o sociales son siempre extremadamente políticas. Es importante reconocerlo para que quienes se definen como activistas políticos puedan entender otras formas de ser políticos. También es digno de mención en el contexto de una ciudad en la que la relación entre el tejido social y el gobierno de la ciudad no es muy buena. Cuando el gobierno es amistoso, las cosas no son necesariamente fáciles, pero ciertamente son más fáciles.»
También recuerdo haber hablado con miembros de la tripulación de un barco que se encarga de algunas de estas operaciones para las ONG. Uno de esos barcos estuvo atracado en mi ciudad durante unos meses durante la pandemia. Me conmovió mucho el deseo, la necesidad que tenían de volver al mar porque la gente estaba muriendo allí. A pesar de que la pandemia había hecho que la situación estuviera lejos de ser ideal, la gente seguía muriendo en el mar, por lo que estas personas se sintieron obligadas a movilizarse. Cuando uno es capaz de demostrar solidaridad, a pesar de que está experimentando una situación muy difícil en su propio contexto, es una expresión de algo increíblemente conmovedor.
Considero que es importante hablar de estas cosas porque siguen ocurriendo durante la pandemia en respuesta a cuestiones estructurales que no son necesariamente productos de la pandemia. Estas organizaciones, mientras intentaban volver al mar, también desplegaron su personal médico para salvar vidas en los hospitales de toda Italia, lo cual es importante recordar, aunque tengo la impresión de que la gente olvida cosas como éstas muy fácilmente.
En base a su experiencia, ¿qué reflexiones, herramientas o mejores prácticas cree usted que sería útil compartir con otras ciudades municipalistas, a nivel institucional y no institucional?
Federico Alagna: Dada la forma en que veo el estado actual del municipalismo, que, por supuesto se basa en una perspectiva italiana, creo que las experiencias capaces de funcionar en una vía paralela a las instituciones establecidas son las más interesantes. Puede que no estén desafiando a las instituciones establecidas o que no tengan interés en hacerlo en este momento, pero están manteniendo sus iniciativas en una socialización de lo político. Son movimientos políticos con un enfoque político, pero en este momento sienten la necesidad de dar respuestas y soluciones a las personas necesitadas. Esto no sólo porque las instituciones establecidas no lo hacen, sino también porque estos movimientos pueden hacerlo de una manera cualitativamente diferente a las instituciones establecidas. Así que, la perspectiva de las instituciones establecidas es básicamente ignorada en lugar de ser cuestionada abiertamente o confrontada de manera polémica. Tampoco existe un interés aparente en colaborar con estas instituciones. Los movimientos están haciendo algo diferente.
Esto me recuerda una iniciativa que tuve el privilegio de conocer hace varios años: las clínicas de solidaridad en Grecia. Aunque no estaban enraizadas en una situación de pandemia, había igual algunas similitudes. Es necesario que podamos desarrollar una idea del municipalismo que no sólo pueda resistir, sino que exista ante la falta de instituciones amigas a nivel local. De lo contrario, corremos el riesgo de ser municipalistas sólo cuando ganemos las elecciones, lo cual es improductivo. Por ejemplo, en mi ciudad de Messina, tuvimos una experiencia municipal muy interesante, pero ahora mismo nos encontramos en una situación difícil porque tenemos un gobierno muy antimunicipalista. Sin embargo, nos estamos esforzando y luchando para realizar algún tipo de política municipalista a nivel local, lo cual es difícil. También estamos viendo el lado oscuro de algunas acciones políticas demasiado autónomas, como las del actual alcalde. Todo esto significa simplemente que debemos asegurarnos de que el enfoque municipalista también pueda existir más allá de una elección o del actual gobierno de una ciudad. Es una de las perspectivas más importantes que podamos tener.
«Creo que, desde una perspectiva a largo plazo, lo que salió de los primeros meses de la pandemia fue que, de alguna manera, todos los que participaban en el debate político y el entorno político se dieron cuenta finalmente de la importancia del nivel local. Hasta hace poco, especialmente en países como España e Italia, nadie consideraba este nivel como importante fuera de los movimientos izquierdistas, progresistas y radicales, pero en este momento, los desafíos y la importancia del nivel local para todos los actores son cada vez más claros.»
Un ejemplo que cubro con más detalle en el informe es el de los Cuidados Madrid Centro (CMC), que hizo muy interesante el tejido social y político de la ciudad. El CMC es una red de cuidados en el centro de Madrid. Se organiza de forma autónoma y espontánea, pero no es una espontaneidad ingenua. Más bien, está muy enraizado y conectado con los movimientos sociales y políticos de toda la ciudad. Desde mi perspectiva externa, es una iniciativa que no sólo da respuestas directas a la ciudad y a sus ciudadanos cuando esas respuestas son necesarias, sino que también es altamente política, y creo que ese es el punto clave.
A lo largo de la pandemia hemos visto cómo las respuestas solidarias y las llamadas respuestas cívicas o sociales son siempre extremadamente políticas. Es importante reconocerlo para que quienes se definen como activistas políticos puedan entender otras formas de ser políticos. También es digno de mención en el contexto de una ciudad en la que la relación entre el tejido social y el gobierno de la ciudad no es muy buena. Cuando el gobierno es amistoso, las cosas no son necesariamente fáciles, pero ciertamente son más fáciles.
¿Hay alguna otra reflexión que tenga sobre otras ciudades municipalistas u organizaciones que creas que sería útil compartir?
Federico Alagna: Creo que, desde una perspectiva a largo plazo, lo que salió de los primeros meses de la pandemia fue que, de alguna manera, todos los que participaban en el debate político y el entorno político se dieron cuenta finalmente de la importancia del nivel local. Hasta hace poco, especialmente en países como España e Italia, nadie consideraba este nivel como importante fuera de los movimientos izquierdistas, progresistas y radicales, pero en este momento, los desafíos y la importancia del nivel local para todos los actores son cada vez más claros.
Una vez más, esto no es un producto exclusivo de la pandemia. Más bien, la pandemia acaba de acelerar un proceso que ya estaba en marcha en ciertas partes de Europa. El nivel local se está convirtiendo gradualmente en un lugar de confrontación de diferentes visiones del mundo y concepciones sociales, y creo que el debate político se ha reducido en muchos aspectos al nivel local. Es importante reconocerlo porque la situación es más difícil en este momento, y ya podemos ver a muchos políticos y grupos de derecha y extrema derecha que pretenden utilizar herramientas que provienen de una concepción municipalista de la ciudad y la política local. Tenemos que ser conscientes de esa tendencia, ser cuidadosos, y sobre todo estar preparados.
Esta entrevista fue realizada en inglés por Averill Roy, transcrita por Matthew Lehrer et traducida en castellano por Flore Garcia-Bour.
Para más información:
- Lea el informe : In the city, at the border: movement and grassroots initiatives during the pandemic
- Descubrir : https://minim-municipalism.org/
- Messina: Municipalism beyond the Municipio un articulo de Political Critique, Pologna
- PODCAST: ‘Radicals in Conversation’ Pandemic Solidarity por Pluto Press
- COVID-19 and Border Politics, una nota ejecutiva por el Transnational Institute
- Descubrir las publicaciones de Federico Alagna : https://radboud.academia.edu/FedericoAlagna
- Datos de contacto e información de Federico Alagna: Twitter: @f_alagna – f.alagna@fm.ru.nl