Igor Stokfiszewski es investigador, activista, periodista y artista. Fue participante e iniciador del Teatro social, teatro comunitario y actividades artísticas políticamente comprometidas. Autor del libro Zwrot Polityczny [Political Turn] (2009), editor del libro electrónico Cultura y desarrollo: Más allá de la razón neoliberal (2017) y coeditor de Build the City: Perspectives on Commons and Culture (2015). Es miembro del equipo de organización de Krytyka Polityczna y del Consejo de administración de European Alternatives. Es profesor en el Instituto de Estudios Avanzados de Varsovia.
Municipalismo + Cultura = Democracia
La cultura te ayuda a construir el mundo que quieres vez.
La democracia necesita de tu imaginación.
Hoy, las fuerzas del Municipalismo y de la Cultura son interdependientes y fusionadas para crear un cambio profundo y duradero en la política y las políticas y, de manera más critica, en la experiencia vivida por la mayoría y no una minoría, en el camino hacia la democracia. Este breve articulo explora por qué y cómo la Cultura y el Municipalismo dan forma juntos, a una nueva realidad y plantean cuestiones urgentes sobre cómo podemos comprender mejor, y llevar a cabo plenamente, el potencial poderoso de esta confluencia para la transformación tanto de la política como de la cultura.
El deseo de tener más posibilidades y creatividad en nuestras vidas, y la posibilidad de dar forma a las realidades que nos rodean – no sólo acceder a opciones predeterminadas – son pulsos vitales de nuestro tiempo. Las demandas fuertes y constantes para el establecimiento de una “democracia real” resonaron durante varios meses en plazas y calles de ciudades de Europa y más allá. Ha sido conducido por gente expresando su convicción de que después de la crisis económica global del 2008, era imposible mantener el régimen político y económico actual. El régimen tóxico que de por sí generó la crisis en primer lugar, resiste a cualquier llamado para el cambio, y sin embargo no puede aun dar una vida con sentido, un sentimiento de influencia e imaginación para dar forma al mundo que queremos. Las respuestas más completas al fracaso del sistema han sido dadas en dos ámbitos. La primera es la expresión política del “nuevo municipalismo” : la práctica institucional de la gobernanza de la ciudad, con espíritu de respecto del derecho a la ciudad y a los comunes, por plataformas populares políticas ciudadanas. La segunda ha sido la floración de una “nueva cultura” – un conjunto de prácticas y de soluciones organizativas que aplican los principios de participación, de pensamiento crítico, de emancipación de los demás, de creación de comunidad y finalmente que transforman las realidades vividas y las posibilidades. El nuevo municipalismo y la nueva cultura expresan el mismo fuego de nuestra era. Están basados en la auto-organización, la auto-determinación y la auto-gobernanza como chispas esenciales de la nueva democracia.
Como siempre, ese fuego tiene muchos concurrentes: el nacionalismo profundamente enraizado, el populismo y el dogmatismo neoliberal. Estas fuerzas malignas están en contra del deseo de una nueva democracia luchando por un nuevo autoritarismo acelerado. Para contrarrestar esas fuerzas, debemos redoblar nuestros esfuerzos para practicar, comprender y llevar a cabo soluciones para la participación ciudadana, el pensamiento crítico y el fortalecimiento de la comunidad para ayudar a cambiar la realidad teniendo en cuenta las expectativas y los sueños de la gente. Muchos actores municipalistas y activistas culturales experimentan para encontrar nuevas prácticas y nuevos relatos que desafían el poder y cambian las realidades en las comunidades. Sin embargo, la duplicación de sus esfuerzos significa también que debemos motivar alianzas más estrechas y fuertes y construir acción e inteligencia colectiva. Las llamas del nuevo municipalismo y de la nueva cultura brincan juntas y debemos comprender la relación entre ambos fenómenos para responder plenamente al llamado para una nueva democracia.
Este articulo intenta poner las bases para este entendimiento. Se trata del resultado de un diálogo animado entre personas involucradas en una nueva cultura y un nuevo municipalismo. Este diálogo empezó hace años, pero ha tenido sus momentos claves. Uno de ellos fue en la primavera 2018, cuando a iniciativa de la Fundación Europea de la Cultura, personas procedentes de plataformas políticas municipalistas, de organizaciones de la sociedad civil, de movimientos sociales y de círculos culturales, de varios lugares del mundo, se reunieron en Ámsterdam. El propósito de este encuentro era de crear un espacio para el intercambio de conocimientos y de prácticas, que dará lugar a vínculos intelectuales, prácticas y políticas más estrechas entre el nuevo municipalismo y la nueva cultura para sugerir nuevas formas de encender la “verdadera democracia” en Europa y más allá. Lo que sigue está basado en el conocimiento producido por el proceso de intercambio iniciado en este encuentro y desde luego.
Municipalismo y Cultura: Interdependencia
Empecemos por dos preguntas: Primero, ¿qué aportan las percepciones culturales de la realidad, las prácticas culturales y los estudios culturales al municipalismo como actividad política institucional? Y luego, ¿Cómo puede el municipalismo influenciar positivamente el auge y el florecimiento de una nueva cultura?
Lo que distingue el nuevo municipalismo es que se trata de la única ejecución institucional de una nueva democracia disponible para nosotros. Hay experiencias en curso para establecer partidos políticos nacionales y movimientos sociales transnacionales que reflejan la necesidad de una política basada en la auto-organización, la auto-determinación y la auto-gobernanza, pero sólo el municipalismo tiene la experiencia de estar en el poder. Ahí su carácter único. ¿En qué medida un nueva política democrática puede llevarse a cabo? ¿Cuáles son las barreras que impiden su ejecución? Sólo encontraremos respuestas a esas preguntas con la experiencia de las plataformas políticas ciudadanas que gobiernan la ciudad o aquellas operando en las autoridades municipales.
El municipalismo necesita de la cultura ya que sólo los movimientos sociales y políticos, que también son movimientos culturales, son capaces de establecer una nueva realidad. Y el municipalismo está amenazado por la impermanencia – ¿Qué pasa si las plataformas pierden las elecciones? Solamente cuando la política constituye nuevos tipos de subjetividad, de (re)imaginación, de relaciones colectivas, de comunidades que usan un lenguaje que refleja su identidad, a través de una combinación de códigos y símbolos, es posible vivir una transformación social duradera que constituye el motor detrás de un cambio político duradero. El municipalismo se concibe a sí mismo como un movimiento cultural capaz de crear y de enraizar una nueva cultura política democrática – formas de actuar, de comprender y de experimentar la realidad en todas sus dimensiones – generando una transformación duradera de las instituciones del poder en el espíritu de una nueva democracia.
¿Por qué la cultura necesita del municipalismo? Porque los nuevos enfoques en la cultura empezaron primero afuera de las instituciones de poder – en los movimientos sociales, los grupos informales, las organizaciones de la sociedad civil y las entidades de la economía social. Así como el municipalismo, está por lo tanto, amenazada por la impermanencia. La nueva cultura necesita políticas públicas que la valorizarán y la validarán, le permitirán desarrollarse y entonces, influenciar de manera permanente la cultura política. Hoy, el municipalismo es un contexto esencial, si no es el único, donde tales políticas pueden ser producidas y llevadas a cabo.
La interdependencia elemental entre el municipalismo y la cultura radica en el hecho de que el municipalismo sólo puede desarrollarse fortalecido por la transformación cultural, que sólo puede ser llevada a cabo por una nueva práctica cultural sostenida por el municipalismo.
La Cultura Política del Municipalismo
El municipalismo, fortalecido por la dimensión cultural, demuestra su mayor potencial para cambiar la realidad creando una nueva cultura política. Esta cultura democrática está basada en valores ciudadanos – y no en la economía o el mercado – inspirándose en necesidades e ideas, colectivamente generadas por los mismos ciudadanos y practicadas todos los días, experiencia vivida de lo que es ser humano. Esos valores están enfocados en dos puntos – la feminización de la política y la ecología política.
La feminización – escribe Laura Roth y Kate Shea Baird – significa en primer lugar “ cambiar las formas de hacer política” [i] . “La Feminización tiene por objetivo hacer pedazos las pautas que recompensan los comportamientos como la competición, la urgencia, la jerarquía y la homogeneidad, que son menos comunes, o menos atractivos, para las mujeres. En cambio, una política feminizada busca enfatizar la importancia de lo pequeño, de lo relacional, de lo cuotidiano, desafiando la división artificial entre lo personal y lo político.” “Feminizar la política”, concluye Laura Roth en otra parte, “significa a) la paridad en todos los espacios, hechos y roles; b) programas políticos que luchan en contra del sistema patriarcal reflejados en las estructuras institucionales y las políticas públicas; c) cambiar nuestra forma de hacer política: rompiendo con la separación entre lo “público” y lo “privado”, haciendo las tomas de decisiones horizontales, retirándose de enfoques agresivos y en cambio enfatizando lo común y lo relacional, y abrazando la diversidad como un elemento natural de la política más que una anomalía.” [ii] La feminización realza también las actividades de reproducción vinculadas al cuidado, a la regeneración y a la solicitud por el bien común, su práctica siendo una condición para el mantenimiento de la vida.
Luego, el enfoque ecológico que caracteriza a la cultura política del municipalismo tiene dos dimensiones. La primera se refiere a la protección del medio ambiente natural. Esta protección proviene del compromiso con los comunes como una categoría central que diferencia la nueva democracia de aquella orientada hacia la propiedad privada, el beneficio personal y la explotación de los recursos naturales, materiales e inmateriales por el orden político y económico predominante antes de la crisis económica. Una gran cualidad del ambiente natural es una condición para una gran cualidad de vida humana.
La otra dimensión del enfoque ecológico se remonta a la imaginación ecológica como base para dar forma a una vida en común. Esta imaginación está asociada a la sensibilidad de la renovación del órgano colectivo, el entendimiento de los procesos sociales como procesos orgánicos y la percepción del sistema social como un ecosistema de varias entidades interdependientes. La renovación del órgano colectivo está directamente vinculada a la valorización de las actividades de reproducción a costa de la producción material. Este enfoque orgánico de la transformación social es un proceso que toma en cuenta las realidades de las personas que participan y es sensible a los contextos y a su inclusión en el mismo proceso. Es también capaz de adaptarse a la situación fluctuante y a los efectos del proceso – su impacto en las personas y en el medio ambiente. El enfoque ecológico analiza tanto las relaciones entre las diferentes entidades, los grupos sociales y las clases que pueden coexistir en base a principios simbiótico, antagónico o parasitario, y reconoce el valor de la diversidad como “un elemento natural de la política en vez de una anomalía”.
La feminización de la política y el enfoque ecológico son las bases de la cultura política del municipalismo. Definen un nuevo enfoque de las relaciones entre las instituciones y su entorno social, relaciones en las instituciones políticas en sí y la producción de políticas públicas.
Municipalismo y Política Pública
¿Cómo la cultura política del municipalismo determina la creación y la implementación de políticas públicas urbanas? Siguiendo la senda de la feminización y de la ecología, el municipalismo pregunta primero cuáles entidades deberían estar involucradas en su elaboración. El ecosistema urbano en cada uno de sus contextos es un conjunto de personas creando un área de vida determinado, sus agentes sociales, los ciudadanos de la ciudad y finalmente – las autoridades municipales. La creación de las políticas públicas en el espíritu de la feminización tiene lugar a través del diálogo entre todas las entidades. El municipalismo trabaja con y a través de una nueva subjetividad urbana – mediadores, facilitadores, moderadores apoyando la viabilidad y la eficiencia del diálogo social. Pueden ser organizaciones civiles, movimientos sociales, o individuos capaces de llevar a cabo hábilmente procesos colectivos y creativos. Finalmente, la cultura política del municipalismo debe mirar las políticas públicas en términos de impacto social, cultural, ecológico y económico.
Pensar orgánicamente establece un nuevo estándar para la puesta en práctica de políticas públicas: propone el prototipo de soluciones basadas en un enfoque “software libre”, y evalúa los resultados, y sobretodo fomenta continuamente la participación de ciudadanos en la ejecución de las políticas públicas, ya que el impacto de esas políticas pertenece a los ciudadanos.
El Municipalismo y las Políticas Culturales
La interdependencia entre la cultura y el municipalismo empieza por las dimensiones culturales de las estrategias municipalistas, y guía a una cuestión de creación y de consolidación de una nueva cultura política basada en prácticas institucionales del municipalismo, y finalmente a los tipos de políticas culturales propuestos bajo el paradigma municipalista.
El municipalismo comprende al sector cultural de forma mucho más amplia que las instituciones culturales de las autoridades municipales. Ve a la cultura como el resultado de conexiones sociales de la ecología de la ciudad.
Las políticas culturales deben entonces reflejar la multiplicidad de los actores creadores de cultura y la diversidad de su subjetividad, con un enfoque particular en la validación de las formas populares y ciudadanas de hacer cultura. La base del enfoque municipalista en términos de cultura es la ‘democracia cultural’, pero incluye también la democratización de la cultura existente. Por eso es tan importante introducir soluciones organizativas, institucionales y de gestión novedosas enfocadas en la participación y la democratización de las cadenas de toma de decisiones, el prototipo de soluciones organizativas e institucionales y su evaluación, hacia la descentralización de la cultura.
Las políticas culturales del municipalismo deben trabajar para valorar las actividades de reproducción como una base para la producción cultural. Esto significa validar las actividades de creación de cultura que cuidan al bien común y la regeneración y socavar la primacía de los modelos del siglo XX de producción económica cultural, de extracción y de mercantilización. La responsabilidad medioambiental debe acompañar al diseño, la creación y la implementación de políticas para la producción cultural.
Municipalismo y Cultura: Tensiones
El ecosistema de la cultura urbana se compone de entidades que se mantienen en una relación simbiótica entre ellas, pero también de aquellas en relaciones antagónicas. La cultura está creada en el sector público, el sector social, el sector comercial constituido por industrias culturales y creativas, y puede ser realizada también en el sector de las instituciones religiosas. No todas quedan vinculadas entre ellas. A veces, son casi exclusivas.
En el discurso mencionado arriba, Laura Roth enfatizaba la existencia de “tensiones productivas” indelebles dentro del municipalismo : entre las instituciones políticas y los movimientos sociales, entre el diálogo ininterrumpido y la necesidad de establecer soluciones, entre el paradigma de la participación y la cultura patriarcal endémica, que es antitética a la participación y no la respecta.
“Tensiones productivas” existen y siempre existirán dentro del ecosistema de la cultura urbana. Tensión entre los sectores social y comercial, público y religioso. Luego, la tensión entre abrir la cultura sin restricción a la acción colectiva y la participación llevada a cabo por ciudadanos y el tratamiento de productos culturales como bienes elaborados para su mercantilización. Así como la tensión entre clases sociales y sus estilos de vida.
Sin embargo, esas tensiones y elecciones pueden alimentar el pensamiento crítico y el proceso de una nueva democracia. Generando y trabajando de manera positiva con las
“tensiones productivas” tal vez sea un elemento clave de la cultura política que el municipalismo establece. Mantienen la diversidad como un elemento natural de la política con la participación continua, el diálogo y la acción colectiva. Si el municipalismo se considerará finalmente como un movimiento político o cultural, o como ambos, lo más importante para el municipalismo es de mantener el fuego del “movimiento”.
[i] Laura Roth, Kate Shea Baird, Municipalism and the Feminization of Politics, ROAR Magazine (roarmag.org), https://bit.ly/2eIrhbu.
[ii] Laura Roth, Which municipalism? Let’s be choosy, OpenDemocracy.net, https://bit.ly/2SKqE3c.